Llamarse latino: ¿Imposición u oportunidad?

Hoy en día la palabra latino es quizás uno de los branding más grandes que existen en el resto del mundo. Mucha gente no lo nota, pero viviendo en el extranjero es muy interesante lo mucho que se admira a la cultura latinoamericana allá afuera en muchos aspectos. Desde Bad Bunny, hasta Shakira, son nombres que en cualquier parte del mundo son reconocibles al instante.

Nuestra cultura es consumida y estudiada por mucha gente allá afuera. Notarán como la gente que también intenta aprender español casi siempre tienen el acento que tanto nos caracteriza a nosotros, el seseo, el uso de palabras. No se puede negar bajo ninguna circunstancia de que América Latina es una superpotencia a nivel de cultura.

Y el término con el que se nos acuña a todos por estos lados es latino/a, la mayoría sabrá que se denomina eso incluye a los países de habla hispana, pero también al país lusófono de Brasil, y también a los de habla francesa como Haití y en medida a Quebec. Pero ¿de dónde viene este término?


El origen

El término latino es antiguo, se viene usando desde la época de Roma para referirse a los habitantes de Lazio, pero para referirse a los países de Iberoamérica es bien nuevo, el término empieza a ser usado en el siglo XIX, es creado por un colombiano que vivía en Francia, la razón es que era la época en que el imperio Británico estaba entrando en su máximo apogeo, y el segundo imperio Francés a cargo de Napoleón III quería justificar su nueva expansión en América, por lo que para diferenciarse de los territorios ingleses, o que alguna vez pertenecieron a estos, como EE.UU. y Canadá, se refería a todos los territorios conquistados por España, Portugal y Francia como “Amérique latine”.

Esto tiene un segundo mensaje más interesante, el cual era justificar algún grado de cercanía entre Francia y los países latinos, el mensaje claro, decir: “México, tú hablas un idioma derivado del latín, yo igual, eso nos hace de la misma raza, y por lo tanto mi invasión completamente justificable”. Es ahí que empieza la guerra entre estas 2 naciones, pero esa es otra historia.

Luego de que los franceses empezaran a usar este término, años más adelante, los estadounidenses empezaron a cambiar el nombre de sus carreras de “estudios hispanoamericanos” a “estudios latinoamericanos”, luego de esto la gente que se iba a estudiar a estas universidades, regresaba a sus países de origen con este término, y por ende terminó expandiéndose indefinidamente, en pocos años nuestro apellido cambió completamente.


Un apellido impuesto

Esto claramente no siempre fue así, desde los 1500s hasta principios de los 1800s si le preguntabas a alguien de Lima de qué era, la respuesta hubiera sido “soy español, nacido en el Virreinato del Perú”. Luego de las independencias, obviamente dirían que son peruanos/ecuatorianos/chilenos, pero en segundo lugar hispanos. A pesar de que se rompen los lazos políticos con España, ese sentimiento de comunidad aún existía un poco, de que se era parte de algo más grande.

Autores como Marcelo Gullo o Pedro Baños, van totalmente en contra de este término, se niegan rotundamente a usar este término, restringiéndose a usar Hispanoamérica o Iberoamérica para referirse a los países de habla hispana y portuguesa. En mi experiencia personal, muchos españoles peninsulares que he conocido me corrigen a América Hispana cada vez que intento usar el términa de Latinoamérica.

Con la llegada de este término, se puede ver en un ejemplo de cómo fuimos manipulados por las potencias de ese entonces, una gran parte de nuestra identidad, nuestra parte española/europea fue cortada para finalmente dejarnos aislados. Esto podría ser un artículo donde critico nuevamente cómo las grandes potencias nos destruyen, pero el día de hoy me encantaría plantear un nuevo enfoque a esta situación, y la verdad es que quizás nos terminaron haciendo un gran favor.


Una oportunidad con potencial gigantesco

El Aikido es un arte marcial japonés con una idea simple pero interesantísima, usar la fuerza de tu oponente contra sí mismo. Lo primordial en la práctica del aikido es experimentar la derrota, en lugar de cultivar la violencia o la agresividad. Por consiguiente, el practicante no busca la humillación ni la derrota del otro, sino la forja autónoma del carácter y la unificación de cuerpo y mente con el espíritu, mediante el entrenamiento continuo.

Esto puede plantearse con muchos ejemplos en la vida real, por ejemplo, Gandhi usó la ley fiscal británica (el monopolio/impuesto sobre la sal) y la obligación administrativa del Imperio para organizar una desobediencia masiva no violenta (la salt march) que obligó a los británicos a mostrar represión contra manifestantes pacíficos. Resultado: ganó legitimidad moral y apoyo masivo tanto en India como internacionalmente.

Otro ejemplo fue la campaña de Birmingham en 1963, donde el movimiento por los derechos civiles organizó marchas pacíficas con niños y jóvenes, la llamada Children’s Crusade, sabiendo que las autoridades responderían con violencia. La brutal represión del comisionado Bull Connor, usando perros y mangueras contra menores, fue captada por la prensa y transformó la fuerza del adversario en un arma política: las imágenes conmocionaron a la opinión pública, debilitaron la legitimidad del sistema segregacionista y aceleraron la aprobación del Civil Rights Act de 1964.

Los enemigos de España lograron hace 200 años lo que justamente querían, cortar los lazos entre Europa y América, financiar las guerras de independencia, dividir a la región, y así dejar a lo que fue el Estado-Nación más grande del mundo dividido en pequeños territorios, con un nuevo término que ahora podemos usar en su contra.

Lo latino elimina la línea ficticia hecha por el tratado de Tordesillas

Antes de las independencias, existía una línea gigante que nos separaba de Portugal, el tratado de Tordesillas dividió al mundo en 2, y lo mismo hizo con Sudamérica. Lo latino eliminó esa línea, un chileno se siente mucho más cercano a un brasileño que a un alemán, porque son de la misma cultura, ningún término anterior usado en la práctica nos unía a Brasil, el país con más habitantes de Sudamérica y que debe formar parte de la unificación.

Lo latino nos recuerda que Roma no se quedó en Europa, cruzó el océano y renació en América

¡Esta región tan aislada! A veces pensamos que el mundo nos pasa por alto, pero pocos pueden decir que son herederos directos de 4 de los imperios más grandes de la historia y que sin duda cambiaron el destino del mundo. Roma es de donde deriva el nombre, ni siquiera a los italianos que son supuestamente los herederos directos se les ha acuñado este término, esto nos recuerda que las lenguas, leyes, sistemas de gobiernos, religión, etc., es heredado directamente del gran imperio romano.

Cómo olvidar también la Monarquía Hispánica, la cual fue el trasatlántico más grande de la historia, la que controló el 50% del PIB mundial, el imperio portugués, los cuales hicieron los primeros contactos con el África sahariana y con las Indias, y en menor medida el imperio Francés, a quien le debemos la existencia de nuestras independencias. Y tampoco olvidar de nuestro pasado indígena, los incas, aztecas, mayas, mapuches entre muchos otros, fueron imperios gigantes y que dieron una gran pelea a los europeos que les llevaban 1000 años de ventaja en tecnología.

Con una Europa que se islamiza cada vez más, y una América del Norte que se hace cada vez más latina, tenemos la obligación como pueblo de mantener los valores y creencias que han reinado en Occidente durante milenios y que la cuna de donde estos nacieron está empezando a desaparecer.

Lo latino es usado

Como bien dije al principio, latino ya es un branding mundial, en todos lados se sabe muy bien qué significa, yo creo que Napoleón III jamás hubiera imaginado que el concepto usado por él sería más recordado que su persona. Ser latino pasó a ser algo mucho más grande que controlar o dominar a la América Hispana, pasó a ser un estilo de vida, y ahora mismo una de las culturas más influyentes en el mundo.


Si, el término fue creado para dominarnos, hoy podemos resignificarlo para liberarnos. Llamarnos latinos ya no es imposición: es la semilla de la unificación.